En su nuevo libro, “Folla con él”, el miembro de Siniestro Total repasa todas las letras que escribió para las adaptaciones realizadas por el grupo.
Julián Hernández es un músico gallego. Su mayor logro ha sido mantener en pie la banda de rock Siniestro Total durante 40 años. En este grupo compuso, tocó la batería, la guitarra y fue vocalista. Esta banda publicó 14 álbumes en estudio y 5 en directo, además de 5 EPs, decenas de singles y de aportar temas sueltos a otro puñado de proyectos. Siniestro Total contó con el respeto y la simpatía de todos los aficionados al rock de nuestro país, de cualquier tendencia, y se despidieron el pasado mes de mayo de 2022.
Julián también ha tenido otros proyectos musicales, muchos de ellos fugaces, pero una de esas aventuras se transformó en un proyecto estable en el tiempo: Def Con Dos. Esta banda fue de las pioneras en practicar el Hip Hop en España, en sus primeras grabaciones, y después el rap metal, nació en 1989 y sigue en activo en la actualidad. Julián formó parte de la misma, bajo el pseudónimo Padre Damián J. Karras, entre 1988 y 1996. En ella compuso, cantó y tocó diversos instrumentos, además de ser el impulsor inicial del proyecto.
Además, tiene cuatro libros publicados: “¿Hay vida inteligente en el rock & roll?” con reflexiones sobre el mundillo musical, la novela “Sustancia negra”, el inclasificable “Gina en Pyongyang” y el reciente “Folla con él”. En esta última obra repasa las adaptaciones de canciones ajenas que realizó para Siniestro Total, creando nuevas letras.
La publicación de este libro, que reseñamos a principios de este verano, nos ha brindado la oportunidad de entrevistar a Julián Hernández. Un artista fundamental en la historia del rock en nuestro país y que siempre tiene cosas interesantes que contar. Como ejemplo, nos desvela que el devenir de Siniestro Total y Def Con Dos pudo ser muy diferente, con una decisión clave que se produjo en algún momento de 1993, en la que pesó la aparición inesperada de dos músicos (y productores) excelentes.
Tu nuevo libro demuestra la importancia de las versiones en la trayectoria de Siniestro Total. Tocar canciones de otros artistas tuvo gran importancia en el inicio de la carrera de The Beatles y Rolling Stones. También Jorge Martínez ha relatado más de una vez que en sus inicios estuvo tocando en una orquesta haciendo versiones. ¿Qué aporta hacer versiones a una banda? ¿Se lo recomendarías especialmente a los nuevos grupos de músicos jóvenes?
No creo que haga falta recomendárselo a nadie que se meta en el lío de montar un grupo. Estas cosas de la música, la escritura y demás mandangas creativas, funcionan por imitación: te pones a ello porque te deslumbra lo que hacen otros. En el caso del rock, lo primero que se te ocurre es tocar canciones que te gustan y que ya están hechas. ¿Que qué aporta eso? Aprendizaje, para empezar. Y pasártelo bien, que es de lo que se trata. Y lo que no es tradición es plagio, ya sabes. Conviene elegir bien el camino a recorrer, eso sí. Si te gusta un grupo más bien reciente, no creo que esté de más echar un vistazo al camino que recorrieron hasta llegar a la conclusión que a ti te encandila. Por usar tu ejemplo, está muy bien que te gusten los Beatles y los Rolling Stones, pero está mejor saber que antes estaban Buddy Holly o Chuck Berry marcándoles el camino. ¡Caminamos sobre hombros de gigantes que a su vez caminaron sobre hombros de gigantes!
Este nuevo libro está teniendo una gran aceptación. ¿Cómo surgió la idea de escribirlo? ¿Fue a iniciativa propia o por encargo de la editorial?
Todo empezó por una cuestión… No sé cómo llamarla, la verdad. ¿De “esta letra es mía” o algo así? El caso es que hubo versiones en prácticamente todos los discos que grabamos en los ochenta, aunque fuera para las caras B de los singles (¡era un sitio perfecto!), y en todas aparecían los autores originales como únicos propietarios de los derechos: nada más lejos de nuestra mente que hacer dinero con el trabajo de otros, por supuesto. Pero, claro, esas letras tenían un autor no reconocido en los registros, se quedaban huérfanas de alguna manera. Salvo «Las tetas de mi novia» (que era de Miguel Costas y Manolo Romón), todas las demás versiones que se hicieron en Siniestro Total fueron con letras mías y a Xosé Manuel Blanco, nuestro manager, se le ocurrió la idea de publicarlas en un libro para que constase en acta esa autoría que nunca fue ni sería remunerada. Hace años de esto. Cuando vi que ya no íbamos a tener permisos para cambiar más letras y títulos, decidí buscar un sitio donde acogieran el proyecto de un cancionero apañadito al efecto. Así que escribí a Trama Editorial, una editorial muy seria con la que tenía relación por otro lado, sencillamente para preguntar si sabían de alguien dispuesto a publicar tal cosa. El director, Manuel Ortuño, me contestó a vuelta de correo electrónico diciendo que sí, que sabía de una editorial que lo sacaría sin titubear: Trama. Me puso bajo la tutela de Íñigo García Ureta para ir echando un cabo con la cosa de planificar aquello y, poco a poco, resultó que las notas a pie de página explicando un poco cada canción sufrieron una metástasis de tal calibre que la cosa se convirtió en un libro de más de doscientas páginas, con fotos y playlist incluidas.
Estás en los primeros puestos de ventas en Amazon y has estado presentando el libro en varias ciudades… ¿Esperabas la gran aceptación que está teniendo?
(risas) Hay que matizar un poco eso de “primeros puestos de ventas en Amazon”: se trata(ba) de las ventas de “cancioneros de artistas específicos” (así nos llaman a Paul McCartney y a mí, ¡je!). Difícilmente un cancionero puede convertirse en un best seller ¡y menos si es de un artista “específico”! En todo caso, es verdad que el libro está funcionando con cierta alegría. Nunca pienso en ello, pero si alguna vez un libro mío podía tener alguna aceptación, como dices, sería probablemente en esta ocasión. Eso lo tuve claro cuando el trabajo ya estaba encarrilado y ya iba por la mitad. También es verdad que es muy pronto para hablar de éxito arrasador, reediciones a cascoporro o venta de los derechos audiovisuales a Netflix o HBO.
He disfrutado mucho el leyendo el libro. Además de descubrir detalles sobre Siniestro Total y su trayectoria, he aprendido mucho sobre los artistas originales… Recuerdo hace muchos años que leí una entrevista a German Coppini en la que le preguntaban sobre su gran colección de discos. Y él hablaba de la primera vez que visitó tu casa en Vigo, a finales de los 70, en la que tú ya tenías una colección alucinante. En estos tiempos de streaming… ¿Sigues coleccionando discos o te has pasado a lo digital? Si sigues con la colección… ¿de cuantos volúmenes, aproximadamente, consta?
La colección que tanto impactó a Coppini tampoco era taaan alucinante, caramba. Yo llevaba siete u ocho años siendo monotemático en cumpleaños, navidades y esas cosas. Si me preguntaban qué quería, la única respuesta era «discos, discos y más discos» (y algún que otro libro, je). Como estaban con los que mis padres ya tenían, aquello probablemente aparentaba más de lo que era: una colección inusual por aquel entonces, vale, pero nada del otro mundo. Con la llegada del CD no me deshice de los vinilos y de repente tenía dos colecciones más los casetes. La cosa se desmelenó un poco, pero qué cojones, ¡molaba! Ahora sigo comprando discos (¡Dios bendiga a Discogs y las tiendas de vinilo!), aunque me lo pienso mucho más. El saber quizá no ocupe lugar: los formatos físicos sí. ¿Que cuántos discos hay por aquí? Pues ya hace tiempo que ni puta idea. Sólo sé que no invaden la casa, como era el caso de Diego Manrique ya hace años.
En el pasado mes de mayo, los días 6 y 7 de mayo, Siniestro Total celebró sus dos conciertos de despedida. ¿Se publicará un disco en directo recogiendo aquellas actuaciones?
¡Claro! Bueno, si el mundo no revienta por algún lado antes… Lo grabó todo Segundo Grandío, ex bajista de Siniestro y capo de Casa de Tolos, el mejor estudio de grabación de Mañufe, Gondomar, provincia de Pontevedra. Fueron dos conciertos bastante más largos de lo habitual ¾dos horas y pico¾ y eso, en vinilo, que es EL formato otra vez, significa… ¡un triple en directo! Como Yes, Emerson, Lake & Palmer o Grateful Dead (pero no como Los Enemigos: ¡el suyo era cuádruple!). Yo creía que nunca llegaríamos a editar algo así y el caso es que está a la vuelta de la esquina. Está también el vídeo que da testimonio de todo lo acontecido en el escenario esos dos días y, como no podía ser de otra manera, nuestro hombre tras la cámara desde hace casi treinta años, Mikel Clemente, está trabajando en el imprescindible documental, con material de todas las épocas añadido, para estar a la altura de The Band, Scorsese y The Last Waltz. Esos conciertos del Wizink resultaron ser como el cerdo: de ellos se aprovecha todo.
Me gusta contar en mi discoteca con los discos, en formato físico, de mis artistas favoritos. Y me falta alguna de las piezas de vuestra discografía. Por ello tengo muy presente lo difícil que es encontrar gran parte de vuestros discos. Algo que me deja perplejo… Tenía la esperanza que con la despedida se reeditaran, especialmente en las ediciones en CD que hizo Warner, con un montón de temas extras. O sino en vinilo, que ahora está tan de moda. Tú has podido conocer la etapa de esplendor de los sellos discográficos en España, su declive y su tormentosa adaptación al mercado digital actual. ¿Podemos tener esperanza de que vuestros discos se vuelvan a publicar en formato físico? ¿No crees que aún hay mercado para que re-ediciones de vuestros discos fueran rentables para los sellos?
Pones el dedo en la llaga. Respondo en orden inverso a tus dos preguntas.
No sé si hay mercado para reediciones de Siniestro Total en concreto, lo que sí sé es que el formato físico en el mercado más estándar va a ser exclusivamente el vinilo y que, a día de hoy, lo que más se vende son reediciones, muy por encima de casi todas las novedades. Estamos hablando de discos requeteamortizados en su momento: para hacernos una idea, el más vendido el año pasado en Reino Unido fue el “Rumours” (1977) de Fleetwood Mac, con el “Dark Side Of The Moon” (1973) de Pink Floyd pisándole los talones. Unos incunables, vaya. Con infinitamente menos beneficios que semejantes bombazos, pero la discografía de Siniestro también habría que darla por amortizada. O sea que se trataría simplemente de cubrir los gastos de una tirada y, a cambio de eso, la discográfica tiene presencia física en el mercado de grandes áreas tipo Amazon o FNAC.
El caso concreto de Siniestro Total es complicadillo. A lo largo de 2021 diseñamos una reedición de todos los discos que están en manos de Warner, que incluyen los de D.R.O. de los 80 y los tres que se publicaron en Virgin a finales de milenio. El CD va a ser eliminado definitivamente del catálogo de la multinacional y necesitan esa presencia física que te decía. Eran en total diez álbumes, incluyendo algunos que sólo habían salido en CD que pasarían a ser dobles, y una caja con todos los singles, unos treinta, con portadas originales. Todo precioso, con insertos extra (carteles contemporáneos del álbum y otros materiales gráficos), remasterización cuidada y vinilo de 180 gramos. ¿Qué podía salir mal para que eso no se lanzara coincidiendo con el 40 aniversario de la banda y el concierto de despedida en el Wizink? Pues que el contrato que firmamos con Warner en 2000 para reeditar en CD los discos publicados por D.R.O. no contemplaba la vuelta al formato de vinilo original de los 80 (¡JA!) ni habían absorbido el fondo de Virgin por entonces, o sea que había que negociar de nuevo y eso, ¡ay!, ahora no tienes enfrente ejecutivos de discográfica al viejo estilo, sino un equipo de abogados puesto por el fondo de inversión de turno. Esta gente es muy leguleya y muy profesional, pero es ajena a la industria musical y no comprende que, al menos en nuestro caso, no es cuestión de más o menos royalties, sino de control artístico y de propiedad de los másters que pagamos nosotros en su día. Warner España tiene el catálogo de música pop española más bestia de la historia. Ahí estamos todas, desde los más mataos hasta éxitos brutales como Hombres G, Duncan Dhu, Loquillo, Gabinete Caligari… la hostia, vaya. Creo que hay una cierta obligación de cuidar ese catálogo; lo que no pueden hacer es quedárselo todo sencillamente porque creen que así tiene que ser. Y nosotros no podemos regalar nada a una multinacional que está en caída libre en un mercado de por sí bastante hundido. No nos corre nadie detrás, así que podemos esperar a que nos den lo que es nuestro o, si hace falta, a que se hundan definitivamente y reeditamos todo nosotros, qué cojones.
Estoy preparando un artículo sobre el disco “Katebegiak”, una recopilación de rock vasco de los años 70 y primeros 80. Al documentarme aterricé de casualidad en un artículo sobre los grupos de rock humorístico españoles de los años 70. Al leerlo me surgió una inquietud… ¿Aquellos grupos, como Desmadre 75, Moncho Alpuente y los Kwai o Paracelso representaban para vosotros alguna referencia u os incluyeron de alguna manera?
Sí y no. Habría que matizar o redefinir un poco lo de “rock humorístico”. Nuestro grupo español de referencia fue Cucharada, la banda en la que Manolo Tena tocaba el bajo vestido de monja. Sólo publicaron un álbum, “El limpiabotas que quería ser torero”, donde había letras de Moncho Alpuente, por ejemplo. Se anticiparon a muchas cosas arremetiendo contra todo: la Ley de Peligrosidad Social (ser homosexual era un delito en España), el consumismo salvaje, la americanización del mundo, la especulación inmobiliaria o sencillamente “las buenas maneras” (¿corrección política?) imperantes heredadas de los colegios de curas y el franquismo. ¿Te suena todo esto de algo? El caso es que Cucharada eran hilarantes sin llegar al chiste amable de Pepe da Rosa o Pajares y Esteso: eran un puto grupo de rock cojonudo con muy mala hostia. De Paracelso apenas conocíamos las entrevistas o los reportajes en Disco Exprés, nuestra única fuente de información in illo tempore. Sólo sacaron un single y nunca les vimos en directo (¡a Cucharada varias veces!). Escuchados ahora, eran unos musicazos ¾ahí estaba el Reverendo para poner orden¾, pero se nos traspapelaron en su momento. Y ya que los citas, la canción insignia de Desmadre 75, «Saca el güisqui cheli», tiene una curiosa doble lectura: salió el último verano de la vida de Franco y hubo quien pensó que era una invitación a la fiestuqui y el despiporre para celebrar la inminente muerte del Generalísimo Pochísimo. Con esto quiero decir que sí, claro que fueron una influencia entonces y para siempre en el caso de Alpuente, Wyoming o Reverendo, pero yo no llamaría “rock humorístico” a lo que hacían: aquello era rock muy bien tocado con mensajes que eran auténticas cargas de profundidad. (Para que nos entendamos, yo no llamaría “rock humorístico” a lo de Frank Zappa, por ejemplo; él mismo se lo cuestionaba en 1986: «Does humor belong to music?».) El humor era una herramienta, un sistema operativo, y eso sí que nos marcó. Habría que estudiar todo esto que citas desde el mismo punto de vista que se usa ahora para analizar las viñetas de Bruguera, que fueron una demoledora descripción de la miseria, el hambre y la delirante situación de un país como España, que estaba entonces y sigue estando “de olvido siempre gris”, como dice el tango.
Llevas haciendo música prácticamente toda la vida. Y además de Siniestro Total, ha tenido otros muchos proyectos, algunos muy efímeros. Pero otros que han perdurado… Junto a Rómulo Sanjurjo, de Os Diplomáticos de Monte-Alto, grabaste dos discos como Transportes Hernández y Sanjurjo. Y fuiste el impulsor e ideólogo inicial de Def Con Dos… ¿Qué posibilidades hay de que sigamos escuchando música tuya en nuevos proyectos?
¡No lo sé! Dudo que me meta en berenjenales gordos, pero soy músico, qué le voy a hacer. A falta de traerme de vuelta las dos guitarras y los pedales que usé en el Wizink, ahora tengo en casa todos mis amplis, cachivaches y guitarroides. Hacía tiempo que no tocaba tanto y con tantos chismes a mi disposición. (Bueno, en realidad, nunca tuve todo eso en casa al mismo tiempo: los pobres trastos se pasaron la vida en el local de ensayo. También necesitaban un descanso, ¡qué coño!) El caso es que toco mucho más ahora, aunque sea para mí solo (los gatos salen corriendo cuando me pongo a meter ruido). Veremos qué pasa.
Soy seguidor y admirador de la carrera de Siniestro Total. Pero ante todo soy un acérrimo entusiasta de Def Con Dos, a los que sigo fielmente desde el lanzamiento de su “Segundo Asalto”. Han sido muchos años disfrutando de la música de Def Con Dos e incluso han sido un referente importante para mi más allá de lo estrictamente musical. Por ello te tengo una especial admiración y respeto. El caso es que “Tercer Asalto” es uno de mis discos favoritos. Me gusta mucho la música elaborada con samples y en ese disco se hace un trabajo con el sampler tremendo. ¿Tuvisteis en aquel momento que conseguir permiso para todas las muestras utilizadas? ¿Sería posible grabar hoy en día un disco con un número y variedad de muestras similar?
Caramba, ¡gracias por lo que me toca! Colorao me has puesto… Respecto a las preguntas que haces, la respuesta es NO en ambos casos. El sampler, la tecnología al menos, acababa de llegar a nuestras manos y con él los discos de Public Enemy, Beastie Boys o Pop Will Eat Itself. Es decir, teníamos el arma y sabíamos para qué servía. Además, vivíamos en un país periférico en todos los sentidos (me refiero a España) y Def Con Dos jamás entraría en listas de éxitos de la época, así que a nadie le importaba si robábamos o dejábamos de robar una voz por aquí o una batería por allá. El Tercer Asalto de Def Con Dos es uno de mis discos favoritos entre todos los que participé en mi vida. Tengo guardadas las cintas magnetofónicas que se grabaron en un Revox con todos los samplers que se usaron y bastantes más que se quedaron fuera al final. Creo que no exagero si digo que fueron unos trescientos muestreos sacados de todo tipo de discos (cosas estrambóticas tengo unas cuantas). ¿Era legal eso? A duras penas. El caso es que había un vacío en las legislaciones de todos los países del mundo al respecto y con el Tercer Asalto pillamos el último vagón del último tren antes de que James Brown empezara a reclamar derechos por los millones de samplers de discos suyos que se usaron en los primeros tiempos del hip hop. El sampler no deja de ser la aplicación en música del collage, único invento absolutamente original del siglo XX a mi entender; lo que lo hace distinto es que las grabaciones originales tienen propiedad industrial y son más rastreables que las revistas y periódicos que recortaba Max Ernst para sus cositas. Esto está mucho más vigilado en la sociedad digital del siglo XXI. Conclusión: Tercer Asalto no hay más que uno y muy difícilmente se puede repetir algo así.
Te desligaste de Def Con Dos hace muchísimos años. La banda ha seguido y ha publicado un montón de discos. Me gustaría saber si has seguido la trayectoria de Def Con Dos tras tu salida del proyecto. Especialmente en la última etapa, con una formación renovada con gente joven. Y si fuera posible, que hicieras una valoración de su trayectoria…
Sí, claro que sigo lo que hacen estos granujas. Después del susodicho “Tercer Asalto”, César Strawberry dio con Jesús Arispont, el ínclito y ubérrimo J Al Andalus, una incorporación esencial para dar el salto a los escenarios, y yo me retiré discretamente de la escena. Jesús es un musicazo y fue lo mejor que podía pasar para que el grupo de no-músicos que era Def Con Dos se convirtiera en una maquinaria imbatible, tanto en disco como en directo. Una cosa como la canción de “El Día de la Bestia” no estaba al alcance de cualquiera y ese fue el pistoletazo de salida de un carrerón. No sigo a muchos grupos de rap metal, la verdad, pero DCD son harina de otro costal: letras y mensajes bestiales a cargo de una banda como pocas se vieron por estos lares. Estoy muy contento de haber estado ahí al principio: más tarde no hubiera podido compaginarlo con las grabaciones y las giras de Siniestro Total. Y eso que en algún momento se me pasó por la cabeza meterme a saco con la reconversión de DCD en banda de rock, pero la aparición de Joe Hardy y la marcha de Miguel Costas me ataron mucho más a Siniestro…
Estoy ahora leyendo tu novela “Sustancia negra” y me está dejando perplejo… Voy exactamente por la página 150 y aún no sé si me está gustado o no… solo sé que no me está aburriendo en absoluto y me tiene enganchado. He preferido no leer ninguna reseña, algo que casualmente no había hecho antes de comenzar a leerla. Así que prefiero completarla, reflexionar, hacer una valoración personal. Y luego contrastar con lo que se haya dicho sobre la novela. Pero tu eres su autor… así que aprovecho… Y, advierto, no he leído aún “Gina en Pyongyang”. ¿Qué acogida tuvo esa novela? ¿El estilo y orientación de esa novela es representativo del Julián Hernández escritor o futuras historias no tendrán nada que ver con ella?
“Sustancia negra” es una singularidad, como los agujeros negros. Sospecho que escribir una novela es una idea que a todo el mundo le hace ilusión en algún momento, pero no era mi caso: demasiadas cosas por hacer como para meterme en algo que yo no había hecho nunca y que previsiblemente me iba a sorber el seso en exclusiva durante una cantidad de tiempo imprevisible. Con esto asumido, cualquier impulso creativo (vaya expresión de mierda…) iba a tirar por otros derroteros y no me sentiría frustrado con el manuscrito de una novela que nadie querría publicar. Pero hete aquí que allá por 2014 recibí una llamada de Belén Bermejo, editora de Espasa, diciendo “Tienes que escribir una novela”. No era una petición o una sugerencia, era una orden: en quince días tenía que enviarle una sinopsis; así, a quemarropa. Y se la envié. Y Belén me dijo que empezara a escribir. Así que, a partir de ahí, fui montando un artefacto delirante, un disparate que ninguna editorial como Espasa aceptaría. No hubo nada que hacer: yo iba enviando capítulos cada vez más aberrantes para que Belén arrojara la toalla y todo le parecía bien. Y yo, vaya por Dios, estaba disfrutando de lo lindo…
En cuanto a la acogida, creo que Belén midió mal: el público de Siniestro Total siempre fue maravilloso, por supuesto, pero de ahí a que se leyese una novela del tercer cantante del grupo hay un abismo. En otras palabras: no se vendió una mierda. ¡Pero lo pasamos en grande con la promo y las presentaciones! Trabajar con Belén Bermejo fue un privilegio. Óscar Mariné hizo la portada y yo estaba feliz con una novela a la que nadie iba a hacer caso. Me lo pasé tan bien que nada más enviar el documento de Word terminado, me puse a escribir otra novela. Siete años después sigo con ella… Bueno, no sé si en algún momento Sustancia negra puede resucitar por lo que sea. En su día, Antón Reixa me decía que era lo mejor que yo había hecho en mi vida (lo que no es decir mucho, claro) y este mismo año se la pasé a Ricky Dávila y estaba entusiasmado, ¡je! Dos fans de Sustancia negra no pueden estar equicocados… Estoy convencido de que la escritura, se use para lo que se use (novelas, guasaps, postales de vacaciones, enciclopedias, listas de la compra, libros sagrados, post-its…), es el equivalente en la comunicación humana al código genético: personal e intransferible. El estilo literario, o eso de lo que me habla, puede variar sin alterar esa huella digital. Creo… No sé.
En la parte final del libro dejas abierta la posibilidad de una futura segunda parte, sobre las versiones que no llegaron a grabarse o sobre las que escribiste para otros proyectos. Y lo condicionas a la acogida de este libro. Por lo tanto, dada la buena acogida que ha tenido, confío en que esa segunda parte llegue. E incluso confío en una tercera parte, sobre las canciones de Siniestro Total que son creaciones íntegramente propias. Pero para calmar mis ansias hasta la futura publicación de tales libros, cuya escritura no está garantizada. Aprovecho para tratar de saciar mi curiosidad sobre dos canciones… La primera… ¿Qué impidió la publicación oficial en el “Tercer asalto” del tema “Vinieron de dentro de” del “Primer Asalto” de Def Con Dos? Sé que es una versión del “Fight to right to fight” de Public Enemy… Pero suena tan diferente… ¿Crees que realmente alguien se habría dado cuenta si no lo hubierais declarado abiertamente?
En un principio, el libro iba a subtitularse “Todas las versiones de Siniestro Total y más allá”, fuera el título el que fuera, y pensaba incluir todo lo que llevo escrito aparte del grupo, que es otro tanto o más. Pero las “circunstancias” de Siniestro fueron creciendo tanto que tuve que cortar por lo sano y dejarlo como se quedó. A ver qué pasa con ello… La pregunta sobre el «Vinieron de dentro de» de DCD me pilla con la guardia bajada. No te lo creerás, pero no recordaba que saliera del «Party for your right to fight» (ese es el título original) de Public Enemy. Creo que nada nos impedía reeditarla (ya sabes: “¡Nada en el mundo nos podrá detener!”) y nuestra caradura no conocía límites: sencillamente no sé por qué no la incluimos. Y si yo no recordaba que era una versión, malamente se daría cuenta alguien por ahí. Vamos, digo yo…
Y sobre la otra canción… Inicialmente ibais a hacer el tema principal de la película “Acción Mutante”, pero finalmente Alex de la Iglesia se decantó por Def Con Dos. ¿Llegasteis a componer y grabar, al menos en formato maqueta, esa canción? Siempre he pensado que la canción “El séptimo arte” incluída en “Made In Japan” podía ser una transformación de esa idea inicia para “Acción Mutante”… ¡incluso el estribillo me encaja con ambas expresiones!! ¿Existe esa conexión? Y por cierto… ¿Cómo os tomasteis en aquel momento que Alex de la Iglesia finalmente se decantara por el grupo “hermano” Def Con Dos?
¡Premio para el caballero! Aquí das en la diana y te llevas el perrito piloto. Siempre me pareció asquerosamente evidente que «Séptimo Arte» era ese tema de «Acción Mutante» que nunca hicimos, pero es la primera vez que me lo dice alguien. Aunque el resultado no fue tan fallido, qué demonio: escribir la letra de «Séptimo Arte» fue toda una catarsis/venganza/liberación, con grandes risas incluidas, a propósito del cine español. ¡Que la expresión “séptimo arte” encajara como un guante no podía ser una casualidad! Hace poco, con motivo del aniversario de la peli y de un homenaje de la Filmoteca o algo así, Mikel Clemente montó un clip con la canción sobre imágenes de una fiesta de toda la tropa de Bilbao (Alex, Arri, Biafra y trescient@s colegas más) grabadas en los días de aquel primer largo tras Mirindas asesinas y queda de la hostia. Misión cumplida, pues. Respecto al cambio de Siniestro por DCD en Acción Mutante, la historia fue más curiosa que traumática. Alex invitó a todo Siniestro a un restaurante chino cojonudo de Madrid para contar al resto del grupo su idea (yo estaba más en el ajo) y comentarnos que la maqueta que habíamos grabado, con «Cuenca minera» y lo que acabó como «Séptimo Arte», le parecía “poco dura”. Perplejidad general y rechazo casi indignado a las sugerencias de Alex de hacer algo más hard core. En ese momento, me miró a mí y preguntó si con Def Con Dos se podría hacer. La reacción de los chicos de Siniestro fue un silencio absoluto que se podía cortar con cuchillo y yo salí como buenamente pude de la situación diciendo que ya hablaríamos del tema. Sí es cierto que yo tenía un pie en Def Con Dos en aquel momento, tanto como para que los chicos de ST miraran con malos ojos aquellos escarceos y tanto, incluso, como para que yo me pensara en serio un cambio de grupo una vez terminados los putos 80. Y ahí fue cuando aparecieron dos personajes que no estaban previstos y que te decía más arriba: Jesús Arispont para DCD y Joe Hardy para Siniestro. Repito que Jesús es un musicazo y era la gran opción para “musicalizar” un poco aquel grupo de no-músicos. Y Joe Hardy fue definitivo para la carrera de Siniestro.
En el libro “Limusinas y extrellas” de Sabino Mendez, publicado en el ya lejano 2004, entre otros contenidos, diserta sobre el final del rock… Pues ya, en aquel entonces, había dejado el género favorito de la juventud… Ahora, 20 años más tarde, los más jóvenes están en masa volcados en una suerte de nuevo pop que bebe del reggaetón, el rap edulcorado y las tendencias urbanas. Pero el caso es que cuando me interesado por listas de venta en España de los 70 y 80, no he visto que predominara el rock en absoluto. ¿Tú cómo lo ves? ¿Crees que el rock está “muerto” o en una fase de clara decadencia? Y aún más importante… ¿Crees que cuando un género deja de tener una gran aceptación entre el público significa que ese género haya muerto?
No sé por qué el rock tiene ese afán de eternidad y supervivencia a toda costa: que si los viejos roqueros nunca mueren y mucho rock ‘n’ roll is here to stay y long live rock todo el santo día… ¡Qué ansias de trascender, por Dios! Por el mundo hay un montón de bandas de dixieland, be-bop y demás encarnaciones prehistóricas del jazz y no se pasan el día diciendo que lo suyo no morirá nunca: siguen tocando con toda la alegría para un público minoritario y ya está. El rock dejó de estar en la primera línea de consumo hace ya mucho tiempo: esto es un hecho. No pasa nada: nos volvemos a las catacumbas, que es nuestro hábitat natural, y seguimos a lo nuestro. ¿Una situación así significa que el género en cuestión ha muerto? Pues no lo creo. Se llenan estadios con viejos monstruos, se venden discos viejunos, nos dejan tocar por garitos y hay gente muy joven tocando de la hostia: ¿qué más queremos? Lo que no hay es la influencia cultural, política y sociológica que había hace cincuenta años; no tenemos un What’s Going On para la guerra de Ucrania ni un Quadrophenia para marcar modas ni ná de ná. De hecho, las guerras se quedaron sin canciones una vez acabado el siglo XX: no hay un Lili Marleen de la guerra de Irak, por ejemplo. Y ni siquiera un movimiento taaaan juvenil y taaaan enrollao como el 15-M ha dejado canciones asociadas a él. Como me recordaba hace poco el periodista Esteban Hernández (no, no es familiar), en la asamblea fundacional de Podemos lo que sonó fue L’Estaca de Lluis Llach. ¡Una canción de 1968 para una asamblea de 2014! Ya no es la muerte del rock el problema, sino la pérdida de un sentimiento colectivo canalizado por canciones. Ben Watson, escritor de la cáscara amarga con libros sobre Zappa, sostiene que la música es la savia de la comunidad, lo que cohesiona y enardece. Esa es la potencia de un himno, por ejemplo. ¿Qué hace un país con un himno sin letra, como es el caso de España? Así nos va, claro. Al rock no le falta ese componente de cohesión: nos gusta a pocos y nos reconocemos entre nosotros. ¿Qué ya no vende nada sino las reediciones? Pues me da igual, la verdad.
Por Siniestro Total pasó un número de músicos nada desdeñable. Todos ellos hicieron sus aportaciones y merece el reconocimiento de los seguidores del grupo. Pero entre todos ellos destaca Miguel Costas, que puso la voz a muchas canciones y fue el autor de no pocos clásicos del repertorio de Siniestro Total. Me alegró mucho, como otros muchos fans, que lo invitarais a participar en esos conciertos de despedida. Algo que en otros grupos con situaciones más o menos similares, se me viene a la cabeza ahora Barón Rojo, resulta imposible. ¿Cómo fue ese reencuentro? ¿En alguna ocasión has imaginado como hubiera sido Siniestro Total si Miguel nunca se hubiera ido?
Sí, estuvo bien que Miguel apareciera en el Wizink. El reencuentro fue tan sencillo (o complicado, según lo mires) como decirse hola y ponerse a tocar. ¡Su guitarra sigue sonando exactamente igual que hace cuarenta años! Eso es fidelidad a un sonido y lo demás son hostias… Cuando dejó el grupo allá por 1994, el resto (Soto, Ángel Glez, Segundo Grandío y yo) queríamos seguir, aunque fuera cambiando el nombre del grupo para que los 80 no pesaran como una losa. Pero había un repertorio de la banda que merecía la pena defender y, de hecho, se podía hacer un concierto de Siniestro Total sin incluir ni una canción con letra de Miguel, así que tiramos palante. Ya digo (por enésima vez, creo) que trabajar con Hardy fue maravilloso: eso también compensó mucho la cabezonería. No me imagino cómo hubiera sido Siniestro Total con Miguel más allá de la repetición ad nauseam del repertorio del Ante Todo Mucha Calma. Desde luego, algo como La Historia del Blues se me hace inimaginable con él. Su marcha no fue traumática para nada; ni siquiera fue mal rollo: sencillamente casó muy bien y no le apetecía una mierda cambiar el modo de vida de los 80, con grabación/fiesta en invierno y los bolillos suficientes en verano para sobrevivir. Otros grupos (Hombres G, Radio Futura…) lo dejaron y nosotros seguimos. Ya digo que mal rollo no hubo; eso llegó años después, cuando empezó a poner el nombre de Siniestro Total más grande que el suyo en los carteles y el repertorio era mayoritariamente canciones de Siniestro Total, muchísimas de las cuales ni siquiera había escrito él. Nos había vendido su parte del nombre con toda la alegría cuando se fue y utilizarlo así no estaba bien, qué demonio. Quizá nos hubiera ido mejor a todos disolviendo el grupo en su momento más comercial, tras el Ante Todo, para volver 10 años después en loor y olor de multitudes, como los G. Pero nos hubiéramos quedado sin Hardy, sin Hª del Blues, sin Land of Opportunity, incluso sin este directo de despedida en el Wizink, sospecho. En fin, agora xa está, Mariquiña non chores (proverbio galego).
Y ya para finalizar… Lo primero darte las gracias por tu carrera, que nos ha disfrutar a tanta gente. Lo segundo agradecerte el tiempo que has dedicado esta entrevista. Y por último, preguntarte… ¿Tienes nuevos proyectos, como escritor o músico, sobre los que puedas adelantar algo para nuestros lectores?
Gracias a ti, de verdad. Costó trabajo llegar hasta aquí, pero es que te lo curraste mucho. ¡Me has hecho pensar! Con respecto a proyectos, ni siquiera sé qué decirte. A la vuelta del Wizink me tocaron las presentaciones, las ferias y demás farándula alrededor del libro. Sólo ahora estoy empezando a realizar que me tiré ¡40 AÑOS! de mi vida en Siniestro Total. Soy el único ser humano que jamás fue ¾ni tuvo la posibilidad de ir¾ a un concierto de Siniestro Total: siempre estuve en el escenario. Bueno, está bien así. Ya lo decía Freud: un mal sueño de cuarenta años lo tiene cualquiera.
Videolyrics de la canción “Chico de ayer” (2014):
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).