Un año más hemos acudido al festival otoñal de referencia, BIME Live, que se celebró los días 1 y 2 de noviembre de 2019 en el BEC! (Barakaldo). Esto pasó el viernes....
No podíamos dejar pasar esta oportunidad única de ver un cartel tan cargadito que había que ir dos días para verlo completo. A pesar de que algunos solapes nos impidieron disfrutar de los bolazos que, según hemos leído, se marcaron Glen Hansard y Mark Lanegan, nos fuimos el domingo con el pensamiento de haber aprovechado muy bien el tiempo.
Comenzamos el viernes 1 de noviembre, con uno de los días más desapacibles de viento, frío y agua que habíamos sufrido desde que empezó el otoño, pero con las pilas, y las pulseritas, bien cargadas.
Nuestra primera impresión al bajar es que había acudido menos público que en jornadas anteriores, aunque luego la organización confirmaría que se llegaron a los 20.000 asistentes entre las dos jornadas. No obstante, a primera hora no debíamos ser más de 1.000, y eso echando a lo alto. Lo bueno de todo ello es que llegamos empezando el bolo del ex-Standstill, Enric Montefusco, y pillamos sitios VIP en un tristras. Enric y su banda venían a cubrir el hueco de la banda Phantogram tras cancelar éstos su gira europea y su apoteósica verbena dió el calor necesario para encender los cuerpos de los pocos asistentes que nos habíamos despegado del sofá-manta a esas horas. Referencias a España o al fútbol cargadas de sorna e ironía, batidas con temazos como “Himno de Europa” o “Todo para todos” y amplio repaso a su excelente album “Diagonal”, acústico deslucido incluído, ya que ni la amplitud del local, ni la escasez de público a esas horas, lo propiciaban.
Pero había que ir a coger sitio para ver a Amaia. La Amaia de España. La misma a la que algunos se empeñan en etiquetar de mero producto televisivo sin haberse parado ni un segundo a escuchar su trabajo o ver su show en directo. Comenzó rodeada de flores como el revival de una primavera hippie sentada a su piano y con un íntimo “Un día perdido”, al que sigueron prácticamente todos los temas de su álbum de debut “Pero no pasa nada” (2019) y alguna que otra sorpresa, como la nana en euskera “Aurtxoa seaskan”, que le cantaba su tía de pequeña y que intentó reproducir de la mejor forma posible a pesar de su reconocido desconocimiento de la lengua. No fue problema ninguno para un público entregado a sus pies desde el minuto cero y que coreó los temas gran parte de la hora escasa que duró el show. No faltaron momentos acústicos, al piano o a la guitarra, ni un cover de Los Fresones Rebeldes, “Medio drogados”, ni un cierre a cinco con su banda en pie entonando el tema “Nuevo verano”. El momento en que irrumpió con su primer sencillo oficial de este trabajo, el exquisito “El Relámpago”, fue decisivo, pues a esa hora, en el escenario principal, comenzaba el espectáculo 3D de los Kraftwerk y prácticamente no se notó mucha desbandada en las gradas. Sinceramente, tenía expectativas altas en esta cita y las cumplió de sobra. Consiguió ponerme la piel de gallina en algunos momentos, cosa que hacía tiempo que no me ocurría, y me convenció, para muy bien, definitivamente. Fuera prejuicios ñoños ya, por favor, y abrid los oídos a la calidad de una artista. Venga de donde haya venido.
Había que tomar posiciones a la carrera para pillar a Kratfwerk en buen sitio y, gracias a nuestra capacidad sibilina ejercitada durante muchos años, pillamos primera fila a pesar de estar empezado el show. Gafas 3D puestas, presenciamos una recreación cuasi idéntica del espéctaculo que ya habíamos visto en el Guggenheim hace 3 años: los cuatro germanos hieráticos sobre sus atriles mientras se sucedían en una enorme pantalla trasera animaciones en tres dimensiones. Fueron desfilando todos sus icónicos hits unos tras otro: “Numbers”, “Computer World”, “The Model”, una eterna “Autobahn” que nos dió tiempo a echar un cigarro y regresar, muy sibilinamente por supuesto, a primera fila de nuevo, la clásica “Radioactivity” o tres suites de los álbums “Tour de France”, “Trans Europe Express” y “”Techno Pop”. En los bises dejaron los teclados abandonados mientras, al ritmo de “The Robots”, cuatro maniquíes articulados hacían de sosías de la banda en lo que parecía más una oda al playback que un concierto al uso. El público, ya más numeroso a esa hora, no dejó de bailar en ningún momento, como si estuviéramos de rave a la hora de la merienda.
Puedes leer la crónica de Mr. Deck sobre el concierto de Kraftwerk: “BIME Live, Kraftwerk: Espectáculo visual 3D”.
Poco hubo que esperar a que los Foals atronaran al ritmo de “The Runner” desde el escenario opuesto. Apenas un perrito caliente apresurado. Temas recientes y otros no tanto como “My Number”, “On the Luna”, “Sunday”, “Exits” o “Black Bull” elevaron la temnperatura de un recinto que ya sonaba como tenía que sonar gracias al público que rellenaba los huecos sonoros de ese inmenso hangar que es el BEC!; unos 9.000 en la jornada de este día según la organización. Baño de masas por las primeras filas en un par de ocasiones, guitarra en mano, de su líder Yannis Philippakis y desbarrada colectiva en unas cuantas ocasiones en forma de pogo y de crowjumping. No les habíamos visto hasta la fecha y nos convencieron muy gratamente con esa mezcla tan suya de indie, pop, rock y actitud punk de playa, a juzgar por la camisa de flores de Yannis, dos tallas menor de la que debería haber llevado para poder respirar sin espasmos.
No queríamos perdernos a Morgan, por lo que, otra vez a carrera viva, nos apresuramos a pillar un buen sitio en el pabellón anexo. Después de verlos este verano en el Santander Music nos habíamos quedado con ganazas de repetir bolo y lo disfrutamos a fondo. Después de la adrenalina que acabábamos de soltar saltando con los Foals era un poco peligroso el apalancamiento en grada en un concierto a priori más acústico, pero ni Nina de Juan ni su potente banda dieron respiro a nadie. Alternaron sus temas más conocidos de pop y folk con alegres versiones, caso del “Lose yourself to dance” de Daft Punk, que les vino como anillo al dedo. Su “Marry You” final levantó a los muertos y nos hizo abandonar el recinto, y casi la jornada, con una amplia sonrisa de oreja a oreja.
Atrás dejamos a los Floating Points retumbando el hormigón del BEC! con su “LesAlpx” dispuestos a reponer fuerzas, y la espalda, para la jornada siguiente y dejando sitio a las generaciones más preparadas para soportar la resaca que la nuestra.
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).