Los de Berriozar fueron la apuesta más fuerte del Shikillo Festival de Candeleda (Ávila), el pasado 1 de agosto de 2019.
Poco más de tres semanas han pasado desde mi anterior cita con el grupo navarrico, tras la apertura que hicieron para el concierto de Bon Jovi el pasado 7 de Julio en el Wanda. En aquella ocasión se encontraron con “un marrón” de última hora y del que salieron indemnes, a pesar de lo complicado de la faena. Tocar ante un público tan numeroso, en un entorno tan imponente y ante un respetable que en poco o nada se parece al tuyo, auguraba una ardua tarea, pero que los veteranos músicos supieron resolver con buena nota.
En esta ocasión nos encontramos con una situación radicalmente opuesta. Eran el plato fuerte del Shikillo, festival que está intentando hacerse un hueco dentro del complicado panorama de los festivales de verano de este país. Y además estaban planificados para el primer día, como quasi apertura del mismo.
Pero el ambiente esperado para esta gran cita fue menos del esperado. No más de 3000 personas se dieron cita en el recinto candeledano para ver al Kutxi y sus adláteres. Y se notaba que eran los cabezas de cartel: algo más de dos horas de concierto donde fueron presentan algunos de los temas de su último trabajo junto con sus clásicos previos al parón de estos últimos años. “El azogue” es esa reciente criatura parida en el pasado mes de abril y que los de Berriozar están paseando a lo largo y ancho de la península (ellos mismos se han propuesto tocar, como mínimo, una vez en cada provincia). Han vuelto del letargo con fuerza y podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que nos encontramos ante la banda en mejor estado de forma del rock patrio.
Así que siendo prácticamente la única banda que empezó a su hora planificada en todo el festival, a falta de un cuarto de hora para el cambio de día, Kutxi y sus huestes saltaban a las tablas del único escenario del Shikillo (y que a la larga se convirtió en una trampa descomunal). En este caso el payo Romero vestía su indumentario habitual (sombrero, pañuelo, bastón y cigarro), aunque el cubata lo dejaba posado sobre uno de los amplis.
Abrieron el concierto con un golpe directo “En las encías” del público, que provocó el primer “Temblor” entre todos sus asistentes y a los que siguió “La Noche del Viernes Santo”, todos ellos de este último larga duración. A continuación, la banda dio paso a “Mierda y Cuchara”, tema estrella de “Las aceras están llenas de piojos” de 2007. A estas alturas de concierto, Kutxi ya se había camelado al público, con sus continuas bromas y chascarrillos. Jugaba en casa, en este caso la banda, ante un personal muy diferente al del día de Bon Jovi, y que le reía todas sus gracias (expuestas, en esta ocasión, con un repertorio más largo y variado que el día de New Jersey). Siguen cayendo temas modernos como “Cuatro Lanzas” y otros ya con canas como “Manuela canta saetas” o “Corazón de mimbre”, donde el público sigue con mayor devoción los coros que Romero les solicita. Durante el tema “Mil quilates”, también del trabajo del 2007 que antes comentamos, Kutxi desdobla su voz para imitar la del ínclito Evaristo, al que se le espera para el siguiente día de festival.
Para entonces la banda tiene al público en su bolsillo y puede dejarse caer uno de los temas más esperados como es “Que se joda el viento”. Con el “Forjado a cuatro hierros” de su último trabajo y una “amenaza” al público como que nos va a enterrar a todos, Kutxi se retira por primera vez, dejando a Edu “El piñas” a las voces. Se marca el bajista el último tema (“Pecadores”) de este último trabajo, pero con unos registros vocales muy próximos a los del mismo Romero, aunque con una actitud y una pose más punkarra que la de éste. También, y antes de que Kutxi vuelva al micro, tiene tiempo de cantar “Trasegando”. Son estos dos temas los que encienden la mecha de la banda sobre el escenario que, hasta entonces, se había mantenido bastante estática sobre las tablas.
Vuelve el cantante titular del micro de la banda para cantar “Jindama”, cuyo video ha sido recientemente presentado por la banda, fruto de las actuaciones que ya llevan de esta última gira. Pretende ser un homenaje a esos personajes que han marcado profundamente el ADN de los navarros (Rosendo y Robe), cuando cantan que “la ciencia llegó de Plasencia y Carabanchel”. Con “Pájaros viejos” la banda se pone sensiblona, ya que se trata de un tema que el grupo dedica a los cantaores en general y en particular a Ventura, el padre del Kolibrí, recientemente fallecido y un aficionado a este arte.
Tras ponerse ñoños, llega el momento de que empiece a desfilar por el escenario una serie de colaboraciones, posibles por estar en un festival. Empieza subiendo al escenario Gabri, de El Desván, que habían precedido sobre el mismo a los Marea. Y lo hace para cantar a dúo con Kutxi el tema “En tu agujero”. Lo hace intentando imitar el quejío característico de Romero. Tras él llega Rubén, de Vuelo 505, para hacer a pachas con Kutxi el tema “La luna me sabe a poco”, con el que la banda hace un pequeño receso.
Este pequeño impasse se ve roto por la guitarra afilada de Kolibri, que da paso a Ocho Mares, último tema de la noche de “El Azogue”. Y tras el mismo, sube al entarimado Jerry, de la banda Cuatro Madres, para hacer saltar a la peña con uno de los temas más reivindicados de la noche: “La Rueca”. Frenesí generalizado entre el público que da paso a dos versiones que los de Berriozar suelen incluir en sus setlist de cada gira. En este caso las elegidas son dos temas de los ourensanos de “Los Suaves”, con los que la banda navarra rinde homenaje a uno de sus grupos predilectos. “Dulce Castigo” y “Preparados para el Rock&Roll” son los temas seleccionados, donde la banda adolece de ese sello característico que imprimen a su música los hermanos Domínguez y la guitarra de Cereijo, pero que Kutxi intenta resarcir imitando la voz de Yosi.
Tras esos dos temas es el momento de volver a los camerinos para el último de los asaltos. Aprovecha la vuelta para presentar a toda la banda. Y cuando digo a toda la banda, digo a todos los que acompañan a Marea en su gira: desde los músicos hasta los encargados del sonido y la seguridad o la prensa. Tras este gracioso gesto llega el turno de “Bienvenido al secadero” y tras él, de uno de los temas más esperados. Suena “El perro verde” con la compañía de Nava del grupo Cableados de Getafe. Y como colofón a la noche suena el típico “Marea” (precedido de un bello poema), con el que la banda da por finalizado el show y nuestros niveles de adrenalina y emoción empiezan a descender. Y con ello la marea que subió casi hasta las altas cumbres de la Sierra de Gredos, testigos de privilegio de la descarga de una de los grupos del momento.
La Factoría de Ritmo quiere agradecer a la gente de 100 Balas las facilidades dadas para poder asistir a este concierto.
También puedes ver la galería fotográfica: “Marea, Shikillo Festival 2019: 1 de agosto 2019, Candeleda (Cáceres)“.
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).