¡SORPRENDIDO! Prácticamente no tengo palabras para describir lo visto en la Riviera, pues me esperaba un espectáculo de otro tipo, sobre todo más “suave” y acabé gritando “MI ROLLO ES EL ROCK”. Y es que en la noche del viernes 23 se juntaron varios factores que hicieron resurgir el rock que estos “chavales” llevan dentro: Sonido con calidad y contundencia, puesta en escena, repertorio y sorpresa.
Todo comenzó con una leve música de fondo y una nube de humo. Fueron tomando sitio y las notas de Una hora más empezaron a invadir el ambiente, la gente ya estaba revolucionada y no paró hasta el final. La banda fue alternando canciones de sus ya cinco L.P, bueno de los cuatro últimos pues siguen sin tocar ninguna del primero (cuando aún eran Sober Stoned), pero no escogieron cualquier canción, sino las más representativas y cañeras, exceptuando alguna, pues a mitad de la actuación nos dieron un respiro, pero no tardaron en volver al tajo.
Como hay cosas que no cambian, pero mejoran bastante, el grupo sigue manteniendo mucha distancia con el público entre tema y tema. El dialogo es mínimo, casi sin intensidad y poca vocalización, con escasa energía, circunstancia que contrasta con la entrega que oferta durante la interpretación de su obra.
También cabe resaltar el aumento del número de componentes de la banda durante la gira de este año. Se llama Big Simon y toca los teclados, desempeñando en ciertas canciones y pasajes de la actuación un papel muy importante, a priori secundario, pero que cuando aparece llena esos pequeños espacios que las guitarras no pueden cubrir y quedan vacíos.
De repente, silencio, luces tenues, trago de agua, afinar… Carlos se acerca al micro y hace un comentario sobre un grupo que muchos sólo habrán oído nombrar; en esto aparece Sherpa, bajista y compositor de Barón Rojo en sus inicios y época de máximo esplendor. Aquel grupo español de rock que se situó en la zona alta de las listas del Reino Unido y que se bajó del “avión” hace ya algún tiempo. Juntos nos deleitaron a los más viejos del lugar y a todos los allí presentes, con un himno de la época: ”Los rockeros van al infierno” y su frase emblemática “Mi rollo es rock”.
Y con este eslogan continuaron en el tramo final incluyendo efectos pirotécnicos para dar más énfasis y espectáculo, terminando por volvernos a todos “locos” y con susodicho tema dieron por finalizada otra noche de rock.
No hubo bises, y la gente tampoco los pidió, es probable que tuvieran suficiente con la hora y 45 minutos de entrega sin descanso a sus fans.
Una vez en frío te pones a pensar y relacionas situaciones e incluso llegas a hacerte algunas preguntas: El concierto ha sido de los más contundentes que he visto, demostrando claramente cuáles fueron sus raíces, no sólo las que les inspiran en la composición. Entonces, ¿por qué en sus discos hay un elevado número de temas ”blandos”?, ¿gusto personal o visión comercial?, ¿utilizan estos ratos para desinhibirse?, ¿tendrá algo que ver el cambio de compañía?…
Artículo y fotos por: DC Pérez
(Fecha de publicación: 06/04/2004)
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