Concierto en Madrid, celebrado en el Wizink Centre, el 25 de mayo 2018, dentor de su gira “Us+Them Tour”.
Estuvimos en Madrid el fin de semana del 25 de mayo, pendientes a todo lo que pasaba en el antiguo Palacio de Deportes. Roger Waters regresaba a España con la excusa de presentarnos su nuevo material y de paso darle un repaso a toda la clase política en general.
Ya han pasado veintiocho años desde que vi por primera vez a Roger Waters en Berlin, con motivo del concierto homenaje a la caída del muro. Desde la Postdammer Platz contó con invitados de lujo como Scorpions, Bryan Adams, Sinead O`Connor, Ute Lemper, Thomas Dolby, Van Morrison, Cindy Lauper y muchos más. Veintiocho años que en mí han pasado factura pero que, en Mr. Waters, parece que no han hecho mella alguna. Todo lo contrario, a sus 74 años, se conserva más fresco y vivo que nunca. Prueba de ello fue el recital/discurso que dió el pasado 25 de mayo en el Wizink Centre de Madrid.
Como en toda su gira mundial “Us + Them 2018”, contó con un núcleo en su setlist inamovible, comenzando a lo grande, tras un video semiestático que daba la bienvenida a los más rezagados. Con “Speak to Me / Breath” de su histórico “Dark Side of the Moon” de 1973 una enorme esfera navegaba por los cielos sobre galaxias y ciudades para acabar su periplo a las puertas del famoso edificio del Battery Station de Londres que inmortalizaran Pink Floyd en la famosa portada de su disco “Animals” del 77. No sería la última vez que hiciera referencia a tan emblemática localización, pues durante la práctica totalidad del segundo set del show (la noche se dividió en dos partes con una pausa de veinte minutos), estuvo presente ocupando una buena parte del recinto. Imágenes oníricas y una extraña presencia encapuchada nos ilustraron el tema más veterano de los presentados, “One of these days”, de su album “Meddle” de 1971.
Éste dió paso a una batería de relojes que anunciaban otro plato fuerte: “Time”, quizás uno de los temas de “The Dark Side Of The Moon” donde se hace aún más presente la soberbia influencia del ingeniero de sonido en ese trabajo, un Alan Parsons, aún sin Project, pero pletórico de ideas y que ya apuntaba lo que veríamos desarrollado años más tarde en discos como “Tales of Mistery and Imagination”, “I Robot” o “Pyramid”. Junto al “Abbey Road” de Beatles ha quedado quizás como su obra cumbre como ingeniero.
El siguiente tema, tras un breve pero intenso reprise de “Breath”, fue un espectacular duelo de voces entre las coristas Jess Wolfe y Holly Laessig, ambas integrantes del grupo Lucious. Su poderío vocal hizo poner los pelos como escarpias a todo el Wizink en el tema “The Great Gig in the Sky”. Desde aquí os recomendamos su último trabajo, el largo “Good Grief” que ya presentaron como teloneras de la última gira de Jack White.
Las pioneras animaciones que realizara Gerald Scarfe en su día para el film “The Wall” (Alan Parker, 1982), y que siempre han sido emblema de la banda, sirvieron para ilustrar el primero de los dos temas de “Wish You Were Here” (1975), un “Welcome to the Machine” oscuro y pesimista y que fué el detonante de la bendita afonía con la que salimos la mayoria esa noche.
Tras este primer orgasmo revival pasamos a escuchar tres de los temas de su nuevo e impecable nuevo trabajo, editado el año pasado. El primero de ellos, “Deja Vu”, dejó claro que su “Is This The Life We Really Want?” merecería una gira aniversario dentro de 25 o 30 años con su interpretación íntegra. Las implacables leyes de la naturaleza lo hacen inviable pero al menos en esta segunda cita en Madrid tuvimos la suerte de escuchar no sólo tres temas como en el grueso de la gira (y el día anterior en el mismo recinto), sino hasta siete: el citado “Deja Vu”, “The Last Refugee”, “Picture That”, “Smell The Roses”, “Wait For Her” y el combo “Oceans Apart / Part Of Me Died”. Estos tres últimos fueron sustituidos el día anterior por el desgarrador clásico “Mother”, del album “The Wall”.
Para acabar la primera parte del set volvieron a los clásicos de Pink Floyd encadenando un acústico “Wish You Were Here” con “The Best Days Of Our Lives / Another Brick In The Wall Parts 2 & 3” al que acompañó a Rogers en el escenario un grupo de niños madrileños (elige jóvenes de cada ciudad que visita para reforzar la carga emocional en este tema) que, aunque no parecía que habían tenido el tiempo suficiente para aprenderse la mecánica coreografía, dieron el complemento perfecto a lo narrado. Tras despojarse de sus monos naranja- guantánamo, mostraron el logo de “Resist” que presidiría las pantallas durante la pausa de veinte minutos, junto con otras reflexiones y citas de personajes de actualidad como Trump, o Mark Zukerberg. Y es que esta gira no es únicamente un evento musical sino mucho más y la carga política y reivindicativa está presente en la mayoría de los temas.
En la segunda parte fue incluso aún más potente, comenzando por un espectacular despliegue de dos pantallas de video que abarcaban, perpendiculares al escenario principal, la práctica totalidad del foso del recinto y que fueron metamorfoseándose en el Battery Station londinense con sus cuatro chimeneas, su humo y su cerdo volante. Sobre la fachada del “edificio” fueron proyectándose imágenes de Trump en todas las posiciones ridículas inimaginables así como de la mayoría de los mandatarios mundiales, con un guiño especial a nuestro Mariano, el cual fue recibido con gran alboroto entre el público. Este faraónico set sirvió para ilustrar una intensísima y guitarrera “Dogs” que nos hizo acordarnos de nuevo del gran Gilmour, una caricaturesca “Pigs” (que acabó con un rótulo a-todo-lo-que-daba en el que se leía la frase “Trump es un cerdo”) y un “Money” apoteósico.
Continuó el show con un bastante estético juego de pantallas deslizantes y su “Us + Them”, emblema de gira, para seguir, tras el recientemente publicado como single “Smell The Roses”, con mucho más “Dark Side”. En esta ocasión el combo fue “Eclipse / Brain Damage” adornado con una enorme pirámide en tres dimensiones que rodeaba al público creada a partir de rayos láser y que acabó rematada con un prisma de luces en su vértice cual réplica de la famosa portada del disco, trabajo del legendario grupo creativo Hipgnosys.
Tras ello, ocasíon para un “oe oe oe” infinito mientras que, en la enorme pantalla, Waters sonreía “agradecido y emocionado”.
El Encore fue para los tres temas antes citados de su último trabajo y el parraque colectivo de “Confortably Numb” que suplió las voces de Gilmour entregando directamente el micrófono al público. Noche redonda y sonido inmaculado. Sino fuera porque sabemos la calidad musical de la banda, y del propio Waters, se podría pensar que era todo pregrabado, tal era la pulcritud del mismo.
Desconozco si a Waters le quedan ganas de nuevas giras pero, a estas alturas de su vida, ya ha demostrado lo que vale con creces y ha dejado para la memoria colectiva algunos de los mejores espectáculos musicales que haya habido. Tanto Mr. Deck como servidor salimos pletóricos y encantados de pagar el precio de la entrada. En esta ocasión lo compensaba con creces. Sólo lamentar que las nuevas generaciones no acudieran en masa al recinto y se hayan perdido quizás la última oportunidad de su vida de vivir un concierto de rock progresivo con letras de oro.
Lo mejor:
La grandiosidad del show que confirma, una vez más, que a espectacularidad no gana nadie a Roger Waters aka Pink Floyd.
La pulcritud del sonido y la maestría de banda y coristas.
Lo peor:
La poca o nula comunicación de Waters con el público fuera de cuatro frases repetidas a lo largo de toda la gira.
El diluvio universal que cayó en Madrid esa noche, a pocos minutos de abrirse las puertas, y que nos dejó a todos como una Vichyssoise.
“now i´ve got that feeling once again
i can´t explain you would not understand
this is not how i am.
i have become comfortably numb.”
También puedes visitar la galería de fotos: “Roger Waters: Concierto en Madrid, 25 de mayo 2018”.
Este reportaje también lo puedes leer en Nos Vemos en Primera Fila.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).