Con doce años a sus espaldas este festival es un proyecto ya consolidado, que despunta dentro de la serie de eventos folk veraniegos que se celebran a lo largo y ancho de la cornisa cantábrica de la península ibérica.
El lugar donde se celebra es Castañeda, una pequeña población situada en un entorno de montañas y bosques realmente bonito. A las afueras de ésta se encontraban las instalaciones que acogieron la celebración, las cuales incluían dos escenarios, una zona verde, un mercadillo con puestos y un amplio aparcamiento.
Solamente uno de los dos escenarios era de pago, el otro era absolutamente gratuito. Además de forma paralela a lo musical se celebraron actividades que abarcaron desde varias conferencias, a varias mesas redondas, talleres y hasta un encuentro de luthiers.
En esta edición la organización del Magosta Folk ha apostado por una renovación y una apertura musical, lo que les ha llevado a combinar el folk con la música del mundo, el flamenco, el dance e incluso el pop-rock; algo que cierto sector folk ha criticado, aunque hay que decir en apoyo a la organización que la selección ha sido bastante buena y equilibrada y que el folk sigue siendo el protagonista principal.
Para cubrir el Magosta Folk de este año creamos dos equipos de reporteros, que se alternaron en el trabajo durante los tres días grandes del festival, que fueron los tres primeros. El primer equipo estaba formado por F-MHop y Encarna Sánchez que cubrieron el jueves y sábado, el segundo por Ángela Martín y Beatriz Aragón que cubrieron el viernes. Además contamos con el apoyo puntual de Nico (Empty Head) y Pin (Tienda Tipo).
EL JUEVES, 3
Llegamos a las instalaciones unos 30 minutos antes del comienzo del primer grupo del festival: Empty Head.
Tras reconocer el terreno, saludar unas amistades y tomar un refrigerio accedimos al escenario principal: la carpa Escenario Prau. Tanto dentro como fuera había numeroso público que esperaba a la estrella de la noche, Diego el Cigala. Sin embargo el grupo cantabro-americano Empty Head supo conectar con todo el público, tanto el propio como el más flamenco, gracias a un concierto donde se mostraron plenos de energía… El lector atento de La Factoría del Ritmo ya conocerá a este grupo, que con Nico Moramarco como catalizador de diversos talentos, está en continua evolución y crecimiento: en esta ocasión la banda esta formada por dos guitarras, bajo, batería, teclados, violín, saxo, trompeta y voz. Tras superar unos momentos iniciales de indecisión en el sonido, el grupo se entonó y dio un buen concierto, que veremos editado en los próximos meses como un disco en directo. Repasaron temas de sus dos discos publicados y a destacar la facilidad con la que conectaron con el respetable y el sentimiento general de alegría y frescura que transmitieron.
El siguiente en saltar a escena fue Diego el Cigala, uno de los flamencos de moda últimamente, sobre todo gracias a su colaboración con Bebo Valdés. Pero que nadie tenga ninguna duda lo de Diego el Cigala es mágico y así lo demostró En esta ocasión se presentaba con su propio repertorio (sin el músico cubano), acompañado por un guitarrista y un sobrio percusionista. No necesitó más entona la canción, capta la atención y de repente un quiebro en la voz llena de emoción y pone la piel de gallina a quien le escucha. No es más que eso un quiebro y un escalofrío que recorre la espalda del oyente. Fantástico.
Para culminar la noche, saltaron al escenario los veterannos alemanes Dissidenten, banda que gran parte de los espectadores esperaban ansiosamente. La gente estaba ya caliente de las anteriores actuaciones y con la cerveza y otras bebidas frescas que llenaban las gargantas todo el ambiente era festivo. Su estilo es una especie de trance-fusión y entonaban una hipnótica canción tras otra: los tambores,los instrumentos de cuerda, la chica seria sentada en una silla alta cantando lánguidamente… Llenaron el escenario con color y movimiento y se ganaron al público.
EL VIERNES, 4
Dicen que el viernes fue el día que menos gente hubo, se critica que se está perdiendo el lado folk del festival y que se pasan un poco con el precio de los conciertos… Llegamos a eso de las 11 al aparcamiento, que este año era gratuito, y nos adentramos en el recinto con muchas ganas de bailar. El primer concierto de nombre que se esperaba en la carpa Prau era Cara Dillon y se suspendió, dicen algunas lenguas que la mamá de la cantante estaba mala, otras que se murió y otras que ya se lleva muriendo muchas veces… no sé; bueno, evitaremos críticas sensacionalistas.
Anduvimos comiendo y bebiendo algo por allí (muy ricos los bocatas de Ecologistas en Acción) y echando un vistazo a los puestecillos de collares, bolsos y demás artesanías, mientras en la carpa Prau alrededor de una docena de portuguesas entretenía a un público un poco frío, apostando incluso por unos cánticos a capella que acabaron siendo bien recibidos, en lo que se preparaban las Hijas del Sol. Como siempre, encendieron a la gente y consiguieron que bailaran hasta las piedras, a pesar de que sólo tienen un par de canciones famosas. Muy animados todos recibimos a la griega Kristi Stassinopoulou, esperando que mantuviera el mismo ritmo alegre que las Hijas del Sol, pero no fue así. El ambiente que nos sugería era mucho más pausado, los que allí estábamos tardamos en meternos en su burbuja de pandereta y susurros, viniendo de donde veníamos. Por eso nos supo a poco cuando tal y como empezó se acabó. Sólo nos quedaba… ¡bailarrrrrrr! hasta altas horas de la mañana en la carpa Raíz, donde algún DJ manipulaba con soltura agujas y orejas. Nosotros optamos por la versión una retirada a tiempo es una victoria.
EL SÁBADO, 5
Llegamos al festival justo para ver la actuación del grupo Garma en el escenario Raíz, una nueva formación que se estrenaba en directo precisamente ese día. Más allá de la modestia de la formación, sólo tres personas, y que el repertorio estaba centrado en la música de Cantabria, hay que reconocer que el esfuerzo que han hecho ha catalizado en un show que se ve con agrado y que invita a que los aficionados al folk les sigan la pista. Muy cercanos al público y convincentes.
Después subieron al mismo escenario Arachy, una numerosa formación de flamenco-fusión-pop, en la onda Ketama o La Barbería del Sur, con un buen cantante como front-man y una nada desdeñable banda detrás. Sonaron muy bien, con personalidad y sus canciones resultaron mucho más interesantes que la últimas colecciones de la Barbería, los decadentes Ketama o de su legión de clones.
Al terminar esta actuación nos fuimos a la carpa Prau para disfrutar del directo de Deiva, una banda folk con un buen número de años de experiencia y que curiosamente cuenta en las filas con un colaborador de La Factoría del Ritmo, el bajista Oscar García del Pomar Corada, y que fue co-fundada por otro de nuestros compañeros: Darío Suerio. La música de esta banda es principalmente instrumental, con bajo, batería, guitarra acústica, violín y dos flautas, aunque también tienen algunos temas vocales. Sonaron bien y se nota que es un grupo que cuida mucho las interpretaciones, aunque en su repertorio predominan los medios tiempos y era sábado por la noche y el público tenía ganas de fiesta
Y la tuvieron con la siguiente formación Wolfstone son todo energía una veterana banda escocesa que fusiona con mucho acierto la música celta, el folk y el rock. Se metieron en el bolsillo al público y soltaron un puñado de canciones variadas y vitamínicas a destacar la espectacularidad del gaitero y el buen humor que mostraron (¡¡hasta escanciaron sidra!!).
Esta noche la cerraron el grupo Soma Raza, una banda venezolana que ha asimilado la música de su país y le ha añadido un toque especial: mestizaje, ambiente y mucha marcha. Supieron mover a la gente y hacer que se lo pasaran endemoniadamente bien. Muy buenos músicos, muy conjuntados y con un sonido compacto y rotundo.
Galería “FESTIVAL MAGOSTA FOLK: 3,4,5 y 6 de Julio en Castañeda”, con fotos de F-MHop. Publicada el: 14/08/2003.
Textos: F-MHop, Ángela Martín y Beatríz Aragón (con impresiones adicionales de Nico, Pin y Encarna Sánchez).
Fotos: F-MHop
(Fecha de publicación: 14/08/2003)
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 16 (sección: Reportajes).
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