Show must… Se había planificado una fiesta, pero se tiñó en tragedia. Los californianos presentaban su disco “Revolution Radio” pero un terrible accidente previo tiñó de luto el evento.
Se hace difícil hasta empezar una crónica de lo que debería de haber sido una fiesta del rock y acabó desembocando en una situación que será muy complicada de borrar de mi memoria. Porque esta crónica debería comenzar con lo esperado que era la presencia de Green Day de nuevo en España. Porque este relato debería centrarse en el pedazo de concierto que se marcaron BJ Armstrong y los suyos sobre un abarrotado foro central en el día estelar del MadCool 2017. Porque esta historia debería argumentarse en como la tormenta de punk-rock de los californianos dejó en una aprendiz a la tormenta meteorológica que horas antes había descargado sobre Madrid. Porque este humilde redactor solo debería congratularse de haber asistido a uno de los mayores shows musicales que se pueden ver a día de hoy sobre la Tierra y que está en el top-three de los que él ha presenciado en su vida (y ya van unos cuantos).
Pero todo ello quedó en un segundo plano cuando la fatalidad decidió pasar de ser una mera espectadora a protagonista de la noche. Y dejó en segundo plano todo lo que debería de haber sido titular al día siguiente: como unos californianos llevaron a la histeria a las 45.000 personas que acudieron ese día al festival, tocando sin descanso durante más de dos horas y media, para deleite del público madrileño. Como desgranaron casi en su totalidad su reciente álbum “Revolution Radio”, que viene a confirmarse como uno de los mejores trabajos del trío de Berkeley, con temazos como el que da título al disco o el trallazo del Bang-bang. Como Madrid se convierte en la plaza en la que Billy Joe toma la alternativa como unos de los frontman más carismáticos del panorama rockero a nivel mundial, capaz de meterse al público en el bolsillo con su constante interacción con el mismo (hasta tres personas de la concurrencia subieron al escenario a tocar con ellos, llevándose incluso uno de ellos una guitarra de regalo). Como Billy es capaz de dar carpetazo al show interpretando él solo sobre las tablas la segunda tanda de bises con las que nos agraciaron. O como la banda secundó al chico de los pelos alborotados con un buen rollo que quedó patente en temas como King for a day, donde sus colegas los Rancid (que habían tocado un rato antes en el propio festival) tuvieron el honor de acompañarlos a los instrumentos.
Ese día, ese fatídico día, no será recordado como el día en el que Green Day puso patas arriba la capital con su punk rock de altísima escuela. O como el día en el que los californianos, de nuevo en su papel más crítico con la sociedad americana y sus dirigentes, volvía a criticar públicamente a su presidente Trump y a todos los acólitos líderes mundiales que a esa misma hora se reunían en Alemania con fines bastante menos provechosos que los que, por ejemplo, pregonaba la música de Green Day.
Ese día, esa hora, esa jaula y esa canción de Prince ya nos retrotraerán siempre a ese sueño que Pedro quiso alcanzar pero que la desgracia quiso mutar en pesadilla. Va por él.
La Factoría del Ritmo quiere agradecer todas las facilidades dadas por la organización del festival MadCool (en especial a María, del departamento de Prensa), para poder asistir al evento.
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Reportajes).