La figura del legendario tanguista utilizada como referencia para reflexionar sobre la identidad argentina. ¿Obra maestra o tostón insufrible?
Carlos Sampayo es un escritor y guionista argentino, nacido en Carmen de Patagones (en la provincia de Buenos Aires) en 1943. En su extensa carrera ha escrito novelas, relatos cortos, poesía y guiones para cine y cómic. Además es un apasionado del jazz, género en el que es considerado un gran experto. Desde el año 1972 vive en España, actualmente compartiendo residencia entre Barcelona y Buenos Aires.
Jose Muñoz es un ilustrador, también argentino, que nació en 1942 en Buenos Aires (actualmente vive entre Milán y París). Es dibujante profesional desde el año 1957 y fijó su residencia en Europa en los años 70. Tiene en su haber una gran cantidad de obras y una larga lista de premios.
Juntos, Muñoz y Sampayo, llevan trabajando desde avanzados los años 70. Crearon la serie Alack Sinner, que está considerada como una de las más importantes series de cómic policial de la historia, y han publicado otros muchos libros, entre los que se encuentran “Sudor Sudaca”, “Billie Holiday” o el muy reciente “Carlos Gardel, la voz del Río de la Plata”, que ahora nos ocupa.
Se trata de una obra extraña, espectacular en presentación y espesa en contenido. Ciento treinta y nueve páginas de gran formato, con más de veinte páginas dedicadas a texto plano y el resto repartidas entre el cómic, la mayoría, e ilustraciones de página completa.
En las primeras páginas del libro se expone el planteamiento para evitar mal entendidos: no se trata de una biografía de Carlos Gardel, sino una reflexión sobre la identidad argentina.
Así, la figura del mítico cantante de tango se establece como punto simbólico de referencia, entorno al que se imaginan situaciones, se combinan personajes que existieron (unos literalmente, otros presentados con cambios de nombre) y otros ficticios, con un doble juego temporal. Por una parte ráfagas de viñetas que tratan momentos puntuales de su vida y por otra las dedicadas a un debate televisivo, en el que histriónicos intelectuales y un veterano admirador obsesionado con Gardel, debaten sobre su realidad y como su mitificación sirvió para conexionar a Argentina.
Este país se independizó de la corona española en 1816 y ya en su texto constitucional del año 1853 fomentaba la llegada de inmigrantes: “El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes” (artículo 25, de la Constitución de la Nación Argentina, aprobada el 1 de mayo de 1853, y vigente hasta la actualidad aunque con diversas reformas).
Este fomento de la inmigración se explica en la necesidad de poblar un basto territorio lleno de riquezas naturaleza y se desarrolló con políticas efectivas para atraer trabajadores desde la década de 1850 hasta la de 1950. El resultado es una población actual étnicamente heterogénea, con orígenes en su mayoría italianos, luego españoles y mestizada con las poblaciones indígenas, los criollos, las personas de origen africano y los gauchos.
De aquí viene la preocupación por crear una identidad nacional que sirviera de nexo a una población de orígenes tan diversos y es la explicación de la motivación de este libro, que no resulta evidente desde una mentalidad europea y con países, en su mayoría, creados muchos siglos antes.
Y bien, aunque pueda dar vértigo realizar una crítica negativa del trabajo de dos autores tan veteranos como respetados, lo cierto es que la lectura de “Carlos Gardel, la voz del Río de la Plata”, me ha llevado por una deriva ajena al gancho de otras muchas historias gráficas. Aprecio el arte de los dibujos, en blanco y negro, expresivos y por momentos fulgurantes, pero la trama se vuelve zigzagueante, y las viñetas del presente, del citado debate televisivo entorno a la identidad argentina, rompen el ritmo del pasado, que es la historia realmente interesante… De un lado unos tipos pesados hablando de la identidad argentina (que tal vez a ellos, a los argentinos, les resulte emocionante, aunque con el planteamiento hecho tengo serias dudas) y del otro una vida apasionante (aunque sea en gran parte inventada) donde hay aventura, amor, éxito, grandeza, mezquindad y un dramático final.
En definitiva, una historia y un ensayo entremezclados en un cómic, en una suerte de experimento que pudiera haber derivado en algo genial, pero que resulta extremadamente tedioso.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Publicaciones).